Deseamos una munda de campo abierto y libre, con colores visibles para todas, suavecita, dulcecita, calientita, brillante y con glitter. Una munda donde cada niña, adolescenta y mujer pueda reconocer su valor y este sea reconocido, donde haya acceso a la justicia, desde lo personal, comunitario y social, con autonomías transformadoras y ayuda mutua entre niñas, adolescentas y mujeres de distintas edades que se defiendan juntas, donde nos sintamos tranquilas, seguras y amadas, donde exista justicia distributiva para todas. 

Tejemos afectos, defendemos la alegría de ser libres y cambiantes. Jugamos y abrazamos nuestras historias personales, las colectivas y las comunitarias para su sanación. Apostamos por el cuidado personal y colectivo reconociendo las distintas dimensiones que habitamos: territorial, emocional, espiritual, cuerpos que habitan mujeres, niñas y adolescentas periféricas migrantes. Accionamos desde el acompañamiento feminista, anticapitalista, anticolonial y antiadultocentrista por la defensa nuestras vidas plenas.